Mis años rockeros

MIS AÑOS ROCKEROS. Jordi Sierra i Fabra.
Sílex. 2024. 262 págs.


No conservo revistas musicales, siempre las traté como algo efímero y, sobre todo, difícil de almacenar. Leí muchas siendo adolescente, cuando se forma el gusto, y en aquel entonces, la primera mitad de la década de los 70, eran un tesoro escondido. Empecé con Disco Exprés y más tarde con Popular 1, y por esa razón el nombre de Jordi Sierra i Fabra, que aparece en la fundación de ambas, forma parte de mis recuerdos musicales. Esta historia es, pues, también la mía, justo desde el otro lado: yo era el chaval que leía lo que aquel veinteañero escribía. Sorprende, en esta época postmoderna en la que las firmas se multiplican, que él fuera responsable de la autoría, firmada o no, de la casi totalidad de los textos. O sea, que le debo mucho. Echo un vistazo a un especial del Popu sobre Yes (que guardé en su día en la carpeta de Yessongs) y así es: todo el texto es suyo.Una actividad febril y apasionada, sin duda. A eso añadió biografías de estrellas del rock, enciclopedias y libros de temática musical, colecciones de quiosco y lo que se presentara, incluidas revistas de consumo masivo, como Super Pop. Una tarea titánica, en unos años en que las fuentes bibliográficas eran escasas y la España del tardofranquismo era una esquina en el mapa, una esquina en que la música de melenudos era eso, música de melenudos. Las memorias torrenciales de Sierra i Fabra, que dan la impresión de estar escritas de corrido en un par de tardes (y quién sabe si así fue, viendo la inabarcable producción de este hombre), dan cuenta de la locura de quienes creyeron, contra toda razón, que escribir sobre música tenía un sentido y se lo jugaron todo en esa partida. Les fue bien, contra todo pronóstico, y a nosotros y a los que vinieron nos iluminaron sobre lo que no conocíamos y posiblemente sin su ayuda no habríamos conocido. Sierra i Fabra, después de estar metido en todos los saraos, se retiró hace muchos años del periodismo musical y dio en escribir obra literaria, esto es, novelas, aclaración pertinente porque en aquel entonces musical y literario eran conceptos que no casaban, ni por lo civil ni por la iglesia. Pero eso es otra historia. 


Ma Rainey. 1923-1928

MA RAINEY. 1923-1928. Todos sus blues. Paco Espínola.
Allanamiento de mirada. 2024. 258 págs.


En la portada, llena de colorido, Ma Rainey, esa mujer realmente fea en palabras del pianista Champion Jack Dupree, nos sonríe y nadie podría desdeñar la invitación a acompañarla, a escucharla cantar. En la primera página de la biografía de Paco Espínola la fotografía, en blanco y negro, no nos muestra a la cantante sino a un hombre negro que cuelga de un árbol. El pie de foto lo identifica como Rubin Stacy, linchado en Fort Lauderdale, Florida, un caluroso día de julio. El epígrafe se titula "El contexto", y nos sitúa en los que fueron llamados felices años 20. La imagen nos viene a recordar que no lo fueron para todos y, desde luego, no para los negros. Es la época en que nace el blues clásico femenino. Espínola va a narrar en solo veinticinco páginas cómo sucedió, y con concisión y destreza nos sumerge en la vida urbana y rural, y hace desfilar a los artistas de vodevil, a los cantantes de iglesia, a los buscavidas del negocio del entretenimiento, a los trabajadores de las plantaciones, a las bandas de jazz, a  Louis Armstrong y a Bessie Smith. Es el retrato de una época, aquella del Gran Gatsby y los brillos de la Costa Este, y, claro, son mundos distintos en un mismo país. Espínola nos adentra en el otro, en el que la música no proviene de las calles principales y se desplaza por circuitos del viejo Sur, donde se cruzan los caminos y las historias. En ese viaje hay 94 canciones de Ma Rainey, grabadas en los años 1923 a 1928, todos sus blues, como reza el subtítulo. Escucharlos es otro modo de entrar en el relato. Es el modo de hacerlo y viajar en el tiempo. El libro, o "librisco", como denomina el editor Espínola a sus aventuras literario-musicales, se completa con notas y bibliografía y con las canciones en formato digital, cuidadosamente restauradas, y la letra de todas ellas, en inglés y en su traducción al español, una labor ardua que nos permite allanar nuestra mirada y estar allí y entonces con Ma Rainey, escuchando su voz en grabaciones que traen hasta nosotros el sonido de aquellos días, crepitante, desnudo.


Peter Gabriel. Un explorador musical y su tiempo.

PETER GABRIEL. Un explorador musical y su tiempo. Javier de Diego Romero.
Sílex. 2024. 539 págs.

Siete años han transcurrido desde la publicación de su libro anterior, lo que da una idea de la envergadura de esta obra. No se trata tanto de que sobrepase las quinientas páginas sino de lo que estas encierran, un estudio completo del artista y su tiempo, como bien avanza el subtítulo. Nada nuevo supone el enfoque, pues ya lo hizo el autor con su libro sobre The Kinks, y todo lo que dije entonces vale también ahora (The Kinks. Música, cultura y sociedad). Javier de Diego es un equilibrista que consigue ilustrar sobre aspectos muy diferentes que hacen del libro un todo que va mucho más allá del estrecho margen del periodismo musical. Su erudición es tal que podría aplastarte si cayera de golpe sobre ti, pero él la dosifica de tal modo que ensancha suavemente tu conocimiento. Tal vez sepas qué es la discordantia perfecta o la cadencia plagal, conozcas de sobra quiénes fueron Stephen Biko o Mark Rothko, estés al tanto del problema kurdo o de lo que significó Sun City en Sudáfrica, incluso recuerdes el frustrado proyecto del parque cultural en Barcelona '92. Pero es casi imposible que domines todas las materias sobre las que el libro nos ilustra, conectadas con la obra personalísima de Peter Gabriel. De Diego nos lo pone en bandeja, sin necesidad de abandonar la lectura para una urgente búsqueda en internet: sus miradas a los márgenes, que cualquier otro habría omitido o reducido a la mera mención, sirven para ubicar a la perfección al artista y su obra. Un artista singular, por cierto, al que retrata en sus miedos y sus inseguridades, en su visión sensible del mundo y en un compromiso tan puro que difícilmente se puede identificar con la política. Impecable la narrativa de sus años juveniles y de su encuentro con los colegas del colegio privado de Charterhouse con los que formaría Genesis; fascinante el modo en que se nos va revelando el artista, oculto tras las máscaras de una teatralidad inseparable de su relación con el público. De ahí a la necesidad constante de experimentar y avanzar, a su carrera en solitario, siempre un paso más lejos, y a la búsqueda en su propia psique, asistimos al alumbramiento de discos únicos. De Diego no se limita a destripar las canciones, entra en las profundas motivaciones de Gabriel, y al hacerlo nos ofrece piezas magistrales, como el capítulo "Vanguardia y locura". El relato se mueve gradualmente hacia las nuevas tecnologías, la preocupación por el planeta, el posicionamiento contra el racismo y por la paz alimentan nuevos intereses artísticos, culturales y sociales, promoviendo las músicas del mundo y orillando la publicación de discos propios, y sin darnos cuenta pasan los años pero Peter Gabriel sigue ahí de otra manera, como una figura arcangélica. Javier de Diego nos ha regalado un volumen al que, dada la ralentización exagerada de la actividad de Gabriel, poco o nada haya que añadir en el futuro. Una obra encomiable y posiblemente cerrada.


Slow Train Coming. Bob Dylan y la cruz de Jesús.

SLOW TRAIN COMING. Bob Dylan y la cruz de Jesús. Luis Lapuente y Ana Aréjula.
Efe Eme. 2024. 232 págs.

Dan a entender el título y sobre todo la portada que este libro trata del primer álbum cristiano de Bob Dylan, y sí y no, afortunadamente, porque hubiera sido limitar demasiado el enfoque. El subtítulo es realmente lo que importa en este caso. Del disco, concebido a la mayor gloria de Jesucristo, ya se ha dicho y escrito suficiente como para que cualquier dylanita lo sepa de memoria, y aunque Lapuente nos lo podía volver a contar y mejor contado que otros, ese viaje no era necesario y él lo sabía. Lo que nos entrega, junto con Ana Aréjula, gran conocedora de la obra de Dylan y de los textos bíblicos, es mucho más, es un trabajo documentado y reflexivo, impagable, sobre la religiosidad de Bob Dylan, algo que no fue flor de un día o de una trilogía de discos sino que, nunca mejor dicho, venía de antiguo, es decir, del Antiguo Testamento. A cualquiera que se haya molestado en prestar atención a las canciones de Dylan no le habrá pasado desapercibida la abundancia de referencias bíblicas desde el inicio de su carrera. Ya antes de la trilogía cristiana más de una tercera parte de sus canciones tenían contenido bíblico. Lapuente y Aréjula dan testimonio de ello, con profusión de citas literales del libro de los libros que sorprenderán a los lectores. Robert Zimmerman, a quien fue impuesto el nombre hebreo de Shabtai Zisel ben Avraham, fue siempre un lector de las escrituras, acudió a la escuela rabínica y celebró el Bar Mitzvá. Cuando llegó a Nueva York su nombre era ya Bob Dylan y no quería limitarse a ser judío, aunque indudablemente no dejaba de serlo. Un judío aparentemente descreído de todo y enormemente curioso. Dos décadas después esa curiosidad le acercó a Jesús de Nazaret, que para la fe hebraica solo era un profeta, y para los cristianos el Mesías. Lapuente y Aréjula nos explican qué significaba ser cristiano en los Estados Unidos de los años sesenta y setenta, cuáles eran las iglesias diversas que poblaban aquel país, un didáctico e interesante acercamiento a una realidad religiosa que resulta ajena a quienes solo hemos conocido el catolicismo. Dylan, a través de la comunidad de la Viña, vive una nueva fe, un proceso de conversión que le aleja de un buen número de seguidores, más aún cuando se niega a cantar sus antiguas canciones, y sale de gira, tres veces consecutivas, cantando exclusivamente himnos de alabanza al Señor. El texto de Lapuente y Aréjula relata, desde la distancia y sin perder la empatía con la persona, la convulsión que supuso su actitud (y los sermones apocalípticos con los que obsequiaba al público de sus conciertos) y la incomprensión de público y crítica. Después de tres años y tres discos asombrosos, que en su momento fueron despreciados mayoritariamente, Dylan dejó de predicar, y se suele decir que ahí acabó su etapa cristiana (lo dicen quienes no se preocuparon de escuchar Infidels, claro, su siguiente disco). El caso es que volvió a ser aceptado por muchos de quienes renegaron de él, se le perdonaron sus veleidades religiosas, e incluso los judíos vieron señales de que había vuelto a la religión de sus antepasados. ¿Fue así? En el libro de Luis Lapuente y Ana Aréjula está parte de la respuesta. La otra, por supuesto, está en el viento.



Rumours. La tormenta emocional de Fleetwood Mac.

RUMOURS. La tormenta emocional de Fleetwood Mac. Xavier Valiño.
Efe Eme. 2024. 232 págs.

Este es un libro que enseña por qué un lote de canciones puede alcanzar la perfección, cruzar décadas y perpetuarse en el tiempo. Nos habla de una banda de blues en busca de su identidad, zarandeada por los conflictos y las deserciones, que acaba por reinventarse con lujosas sonoridades pop. El camino lo hacen al revés, desde la Inglaterra de los años 60 y el árbol de generoso follaje que fue John Mayall, explorando los recovecos del blues, hasta la América de los 70 en la que se dan de bruces con el mainstream. En esa travesía quedan atrás discos exquisitos y músicos desquiciadamente fantásticos, relaciones personales difíciles y fracasos. En Inglaterra ya no son nadie, pero en América les siguen queriendo. Y de repente el estallido, música colorista para un disco eterno con portada austera, fotografiada en blanco y negro. Un disco que suena amable y entusiasta, con melodías alegres y ritmo contagioso. Un disco en el que las letras hablan de desamor y ruptura, de infidelidades, rencor y reproches, en el que los músicos vacían en las canciones sus sentimientos y su dolor. Un disco en el que las canciones hablan de ellos mismos. Un contrasentido. Cómo pudo surgir algo semejante y culminar de ese modo lo explica muy bien Xavier Valiño, que retrata con palabra fácil las tensiones entre los miembros de la banda, y el momento excepcionalmente creativo al que no renuncian, aunque tengan que verse las caras cada día. Valiño habla de "Rumours" y del difícil trayecto que llevó a él, una búsqueda musical que duró años, resuelta en gran medida por el azar un día en que Mick Fleetwood salió a hacer la compra. Era necesario que todo lo que le precede se nos contara, porque el disco no nace de la nada sino de ese largo proceso, de un horizonte siempre borroso que al final se despeja. Valiño construye un relato preciso y nos lleva de la mano por las vidas de sus protagonistas, nos adentra en las canciones y discretamente se retira y nos deja con ellas, el legado de tres hombres y dos mujeres al que ningún algoritmo puede aspirar. 

The Velvet Underground, etc

THE VELVET UNDERGROUND, ETC. El grupo que pervirtió la música rock. Rafa Cervera.
Libros Cúpula. 2023. 413 págs.


Libros Cúpula, editorial del grupo Planeta, aglutina una miscelánea de obras definidas como "del día a día". En ella se incluyen cosas como autoayuda, educación emocional, cocina, fútbol... y este libro. La ubicación del excelente trabajo de Rafa Cervera en este plantel provoca perplejidad. ¿Es la legendaria banda neoyorquina algo del "día a día"? Es cierto que evolucionaron del estado de malditos al de artistas de culto, de no ser seguidos más que por unos pocos a ser reverenciados por muchos, pero choca encontrarles compartiendo catálogo con el Cholo Simeone. Posiblemente sea este el signo de los tiempos, como las camisetas de The Ramones. Ay, Andy, mereces un lugar entre los profetas. De Warhol, por supuesto, se habla, y mucho, en el libro. Aunque su vinculación con la banda acabara pronto, la relación personal no se desvaneció, y su presencia / ausencia, perturbadora, llegó más allá de su muerte. También se habla mucho de Nico. Está en la cubierta, en esa magnífica imagen tintada de amarillo, precisamente de amarillo. No se puede entender The Velvet Underground sin Warhol y sin ella, sin sus contribuciones a eso que Cervera llama "pervertir la música rock". Por eso sus nombres encabezan dos de los capítulos de la primera parte del libro, perfiles biográficos de seis personas fuera de sitio en la sociedad de finales de los años 50, que encontraron su lugar siendo especiales. ¿Fueron The Velvet Underground una creación de Warhol? ¿Debemos considerar a Nico miembro de la banda? Rafa Cervera no se hace preguntas, pero las contesta todas al escribir esta historia que habla de la música como arte y transgresión, de rebelión y revelación (rebelarse / revelarse), de la gestación del futuro en unos pocos discos y actuaciones sin demasiado éxito. Rafa Cervera se pasea por The Factory, por el Max's y por el CBGB como un visitante de otro tiempo que extasiado toma notas en su libreta. En realidad se ha hundido en montañas de documentos que acumuló durante décadas y ha reconstruido el pasado para ofrecérnoslo, porque nosotros no estuvimos, porque nadie estuvo. Eran aquellos años en que The Velvet Underground eran un experimento ruidoso que se disolvió en el silencio, diseminando polvo estelar. Rafa Cervera lo cuenta como él sabe, con las palabras justas, guiándonos a lo largo de trescientas cincuenta páginas, una narración elegante y sobria, que no distrae del propósito del libro: explicar por qué lo que cuenta fue importante, por qué sigue siéndolo.

Sobras Completas. Flaco Barral.

SOBRAS COMPLETAS. FLACO BARRAL. Paco Espínola.
Allanamiento de Mirada. 2023. 323 págs.


Flaco Barral, dicho así, de sopetón, es alguien, seguro. Con ese nombre no se puede no ser alguien. Sin embargo, es fácil no ubicarlo, porque Jorge Barral, afincado en España desde 1973, siempre ha estado escorado hacia esa parte de la escena musical donde la fama no alumbra lo suficiente. Su modo de enfrentar el oficio tampoco ayuda, más preocupado de hacer las cosas bien que de triunfar, bohemio y generoso, artista y soñador. Paco Espínola, alma de Allanamiento de Mirada, nos descubre en una larga entrevista los motivos para que el Flaco sea algo más que un nombre. Espínola se sabe a Barral, y el formato de entrevista es una excusa para biografiarle. Está bien que sea así porque es su voz, la del Flaco, la que habla. Hay una historia de la música de los últimos sesenta años que transcurre en los márgenes. O en la otra orilla del charco, porque empieza en los garitos de Uruguay y Argentina, y de ahí pasa a los teatros. Muy lejos de aquí, donde continúa, en un momento en que en el territorio español se abren poco a poco puertas de libertad que en el cono sur se cerraban con golpes sordos. Esto que nos cuenta Barral tiene contexto, social, político. Pero es, por encima de todo, música y búsqueda artística. Sorprende la cantidad de géneros por los que se mueve: el rock, el blues, el folk, el progresivo, el rock andaluz, las músicas orientales y africanas, lo que se presentaba. Había que ganarse el pan y había también una inquietud artística, ganas de aprender y sobre todo de imbuirse de cada descubrimiento, de no sonar impostado. Flaco, en cada momento, ha creído en lo que hacía, y si no lo creía no lo hacía. Su camino se cruza con el de muchos nombres conocidos y con el de muchos desconocidos, y en todos esos encuentros hay verdad. Forma parte de bandas efímeras, acompaña a otros artistas, o desde la mesa de mezclas da forma a proyectos ajenos. En el copioso archivo de imágenes del libro se da testimonio gráfico de lo narrado. En los dos CDs cuidadosamente compilados por Espínola se mide el alcance de su obra.


Conversaciones con Teddy Bautista

CONVERSACIONES CON TEDDY BAUTISTA. Luis Lapuente.
Efe Eme. 2023. 217 páginas.

Para los que ya tenemos una cierta edad, Teddy Bautista fue alguien que aparecía y desaparecía puntualmente de la escena. En mi niñez él era a Los Canarios lo que Mike Kennedy a Los Bravos, y cantaba en inglés canciones que no entendíamos pero que no parábamos de cantar, a nuestra manera. Después nos enteramos de que Canarios – entonces se llamaban ya así – tenían un disco muy raro, con música electrónica y préstamos de Vivaldi. Siendo nosotros adolescentes Bautista era Judas en Jesucristo Superstar, un galimatías. Y andaba entre amigos con Aute en el famoso disco doble. Finalmente, cuando nos salieron las primeras canas, Eduardo Bautista fue el villano nacional, reo del delito de impedir que todo fuera gratis. Esos episodios inconexos de nuestra memoria forman parte de la trayectoria de un personaje singular, y Luis Lapuente, con su habilidad para ponerse a la escucha y juntar las piezas que dan sentido a una historia, nos lleva a descubrir la importancia de Teddy Bautista en la escena española, desde su papel decisivo en la importación del soul a mediados de los años sesenta, su inquietud por los avances tecnológicos incorporados a la música, su olfato para subirse al barco de legendarias producciones musicales foráneas como The Rocky Horror Show o Jesus Christ Superstar, hasta su empeño en modernizar la sociedad de autores y defender el derecho de los artistas a percibir los frutos de sus obras. El formato de preguntas y respuestas es una excusa para dejar que Bautista entre en una narración en primera persona, tal es así que parece que estemos viajando con él en el tiempo a su casa de Las Palmas de Gran Canaria, o que en su estudio nos movamos entre sus exclusivísimos sintetizadores. El libro dedica un espacio necesario a restaurar la imagen dañada de Teddy Bautista, ese hombre culto y sensible, pasional, avanzado a su tiempo, que vivió la sombra de la cárcel y el desprestigio público, a merced de fuerzas poderosas contra las que es difícil salir ileso. Lapuente le brinda generosamente las páginas de su libro, porque nadie más lo hizo cuando tocaba hacerlo. 





Good Pop, Bad Pop

GOOD POP, BAD POP. AN INVENTORY BY JARVIS COCKER. 
Penguin Random House. 2022. 361 págs.


David Bowie y Bob Dylan sorprendieron una vez más al mundo revelando sus ordenadas y apabullantes colecciones personales, uno a través de su exposición "David Bowie Is", el otro mediante su museo en Tulsa. Rastrear sus vidas y obras no solo a través de ingente material sonoro, también en sus objetos personales, acrecentó su estatura. Jarvis Cocker es, ya se sabe, un tipo poco propenso al orden, y de eso dieron fe quienes convivieron con él en los años de Pulp (véase "Calles que fueron nuestras", Sílex 2019, https://callesquefueronnuestras.blogspot.com/). Poco podíamos esperar entonces, y menos cuando a lo que se dedica en este libro es a vaciar un trastero en el que tenía olvidadas cosas desde años atrás, testigos mudos que datan desde los tiempos de su niñez. Cocker nos invita a examinar el contenido caótico que va apareciendo ante sus ojos y a compartir con él la decisión de conservar cada objeto o tirarlo a la basura. Bolsas de establecimientos comerciales, juguetes baratos, ropa de mercadillo, pastillas de jabón, chicles, tarros de salsa, gafas rotas, y un largo etcétera en el que entran algunos instrumentos musicales y cuadernos de apuntes. Lo que parece un vaciado sin mayor interés va convirtiéndose en una exploración amena por la ciudad de Sheffield hace medio siglo y por la infancia y juventud del protagonista del inventario. Pulp aparece en todo momento, no hay que olvidar que el proyecto nace en la mente de Jarvis Cocker en sus años escolares, y se materializa antes de abandonar el colegio. Ahí están, por tanto, los materiales del primer Pulp, un experimento bastante cutre, tanto que despierta una sonrisa. A partir de ahí desaparecen los límites, hay buen pop y pop malo, y Cocker aspira a lo sublime. Su análisis sobre la creación artística es certero, con las palabras justas y un británico sentido del humor que siempre se agradece. A lo largo del libro, cuidadosamente ilustrado con fotografías que revelan un universo personal que explosiona en los años 90 en un fogonazo que ilumina los cielos de la música, este conjunto desordenado de materia es el auténtico polvo de estrellas, en él están todos los elementos químicos que dieron lugar a la vida de Pulp. En la última página Jarvis revela que su número es cuarenta, y nos invita a descubrirlos, porque con ellos se escribieron canciones memorables, algunas de ellas inmortales. Hay, pues, una segunda lectura de "Good Pop, Bad Pop".

Todo lo que importa sucede en las canciones

TODO LO QUE IMPORTA SUCEDE EN LAS CANCIONES. Fernando Navarro.
Pepitas de Calabaza. 2022. 242 págs.


Fernando Navarro pertenece a esa raza de periodistas musicales que no solo conocen y aman su trabajo, sino que además escriben muy bien. En sus artículos en prensa lo literario embellece el mensaje y lleva al lector más allá del dato o la crónica. En alguien como él dar el salto a la novela es normal. Ya lo hizo hace casi una década, con "Martha. Música para el recuerdo", en la que una cinta de casete y una canción eran el punto de partida. Con su segunda novela, "Todo lo que importa sucede en las canciones", la música habita en el personaje protagonista, las canciones son su refugio pero también le explican a sí mismo quién es, determinan inconscientemente sus actos, son parte importante de su visión del mundo y de su relación con los demás.  Por medio de ellas se justifica y también con ellas se mira en el espejo del fracaso. En ellas encuentra un motivo para salir adelante. Navarro crea un relato en el que la crisis personal del protagonista trae a escena a personajes de su realidad cercana: la mujer de la que se acaba de separar, su hijo pequeño, la muchacha con la que intenta una relación, y su madre fallecida, viva en el recuerdo. Pero también aparecen en las páginas del libro otros personajes no menos reales y quién sabe hasta qué punto tan cercanos: son Bob Dylan - él, siempre él -, Bruce Springsteen, Tom Petty, Lucinda Williams, Patti Smith, Neil Young... hasta un total de catorce entran y salen de la historia, hablándole desde sus canciones. Sientes que alguna vez te han hablado también a ti, o que en algún momento lo harán, porque todo o al menos mucho de lo que importa está escrito en las canciones. Fernando Navarro navega en estas páginas entre dos aguas, la de la divulgación musical desde la erudición, y la de la narración de una historia cotidiana, vivida en las calles de Madrid, contada desde la emoción de la música. Al final, para el protagonista, periodista musical, todo es lo mismo. Y la hierática psicóloga a la que visita tal vez no lo entienda, pero tú, lector, apuesto a que sí.