The Kinks. Música, cultura y sociedad.

THE KINKS. MÚSICA, CULTURA Y SOCIEDAD. Javier de Diego Romero.
Milenio, 2017. 399 págs.
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No es frecuente encontrar un libro en el que la música se aloje en el tiempo al que pertenece de un modo tan extenso y detallado como en este. El subtítulo ya lo avisa: la música es uno de sus tres pilares, no el único. Javier de Diego nos va a llevar a conocer la Inglaterra y el mundo de dos décadas que lo transformaron, los 60 y 70, y su deriva durante la década de los 80. El hilo conductor es obviamente la banda londinense y, destacadamente, Ray Davies, indiscutible demiurgo de sus destinos. Debe advertirse que aunque siga una rigurosa pauta cronológica, este libro se parece más a un retrato que a una biografía. El retratado es el mayor de los hermanos Davies: sus sueños, su mundo idealizado e imposible, su temperamento y sus debilidades, su genio creador. Todo ello se proyecta en una colección de discos singulares, no pocas veces alumbrados a contra corriente, en los que se manifiesta su rebeldía y su posicionamiento en una sociedad cambiante en la que no se encontró nunca a gusto. Para conocer ese contexto, Javier de Diego compone una obra poliédrica en la que inserta cifras de desempleados, perfiles de líderes políticos británicos, digresiones sobre literatura o arte, comentarios sobre urbanismo, inmigración y conflictos sociales. Nada concerniente al período en que Ray Davies vive su vida y crea su obra queda al margen de este libro, todo es explicado suficientemente y, lo que constituye un gran mérito, sin llegar a cansar. No se abruma al lector ni se le deja a las puertas del conocimiento: con un hábil uso del término medio se satisface la curiosidad que el propio texto ha creado en quien lo lee. En cuanto a las canciones, pues de eso y no de otra cosa nace este estudio con tintes enciclopédicos, de Diego las aborda con mimo de fan, hechuras de musicólogo y mirada analítica: versos y pentagramas tienen tanto peso como las emociones personales que suscitan. Salpicado de humor inevitablemente británico y guiado por un afán historiográfico, es este un libro diferente, riguroso en su triple perspectiva, ameno en su exposición.

Tom Waits, el aullido de la noche

TOM WAITS, EL AULLIDO DE LA NOCHE. Miguel López e Isabel López.
La Linterna Sorda. 2019. 249 págs.


Tom Waits es la noche. Un libro que empieza con esa frase está diciendo muchas cosas, sobre el protagonista y sobre los autores. Nos está diciendo que en él vamos a encontrar música, porque ese es el oficio principal de Waits, pero también que vamos a adentrarnos en ese hábitat del que surgen sus canciones. Y nos dice también esa frase que este es un libro armado con recursos literarios suficientes para que sea un recorrido en el que se palpen vida, emociones. No le tiembla el pulso narrativo al autor para relatar la mirada del músico a las profundidades del abismo, el inestable equilibrio de sus pasos en los márgenes de las carreteras. Y no falta la poesía en ese relato, porque como dijo el maestro Carlos Zanón, la narrativa sin poesía es un manual de uso de una lavadora. Con un título de evidentes resonancias beat, Miguel López nos lleva de la mano de Tom Waits a esa América de perdedores, el reverso del sueño americano, y en los primeros capítulos hila una historia sin la que no se puede comprender al artista y su música, "poeta urbano alineado en el bando de los que nunca van a ganar". Lo hace indagando en su esquiva biografía y apoyado en las excelentes traducciones que Isabel López hace de las letras de las canciones. Poco a poco, cuando la irrupción de su mujer, Kathleen Brennan, sustituye a las andanzas del vagabundo con base en el Tropicana Motel, el libro va cediendo su propia voz a Waits y asumen el protagonismo sus canciones, analizadas minuciosamente, una a una, disco a disco. Es en esa parte del libro en la que el foco se traslada de su vida a su música cuando los López ponen el acento en la capacidad de transformación del músico y en su búsqueda constante, su inconformismo (tal como se le cita, "el techo de una casa es el suelo de otra"). Son los años en los que "Swordfishtrombone" rompe con el pasado y abre las puertas a la experimentación, en los que en palabras de Miguel López "el viejo guerrero de la noche busca la calma de las pantuflas". Tom Waits descubre la vida familiar, instala en ella su refugio y separa su creación de su persona. Con todo ello, combinando la aproximación biográfica con la belleza del relato, el conocimiento de las letras de las canciones con el comentario de las interpretaciones que Waits registró en cada uno de sus discos, este libro se convierte en imprescindible para disfrutar de ese músico que "tras arduos esfuerzos a lo largo de los años alcanza al fin la inmadurez".

Mañanas negras como el carbón

MAÑANAS NEGRAS COMO EL CARBÓN. Brett Anderson.
Contra. 2018. 190 págs.

No soy muy amigo de autobiografías, me aleja de ellas esa inevitable autocomplacencia, los apegos y las aversiones; pocas escapan de esa debilidad humana y de la tentación de contar solo lo que quieren contar, que no es lo mismo que lo realmente sucedido o lo que realmente importa. Por otro lado, que un músico (o un actor, o un pintor, o un deportista, o un político), reúna a la vez la condición de literato es tan difícil que muchas veces son otros los que prestan su pluma, no siempre con fortuna. Y, claro está, hay excepciones, y esta es una. Brett Anderson nos regala un relato vivido de su infancia y adolescencia, y de los años previos a la explosión de Suede en el estrellato del pop británico. Sigue en este aspecto el modelo del excepcional "Just Kids" de Patti Smith, que aborta la narración justo cuando "Horses" la lanza a la fama. No encontraremos pues en este libro andanzas de una rock'n'roll star, si es que Anderson encaja en ese arquetipo, sino todo lo contrario, un relato costumbrista de la vida en Haywards Heath, "una deprimente paradita de tren en algún punto entre Londres y Brighton". Una vida difícil, que describe sorteando hábilmente el riesgo de lo melodramático con esa ironía elegante tan británica. Su familia ocupa el centro del relato en la primera parte: la abnegada madre que un día decide dar el portazo; la hermana mayor, cómplice, camarada, de la que hereda el tocadiscos; y la excéntrica figura paterna, un fanático de Liszt que les lleva cada dos años en peregrinación hasta Austria en el destartalado Morris familiar. Un mundo de estrecheces y penurias que el niño Brett asume como normal hasta que en el instituto descubre que hay compañeros que viven de otro modo. La segunda parte del libro aporta la visión desde dentro de una banda que quiere ser y no puede, las tensiones, las pruebas (hilarante el modo en que se unió a ellos temporalmente el baterista Mike Joyce) y, pasando de puntillas por la relación con Bernard Butler, la historia personal de Anderson y Justine Frischmann (no en vano este libro habla "sobre el amor y sobre la pérdida") y esa revelación de cómo intentó compensar su ausencia potenciando su lado femenino, una apuesta inconsciente, ambigua y que en definitiva dejó en Suede tanta huella como el propio Liszt.

1.050 Discos cardinales

1.050 DISCOS CARDINALES. Juanjo Mestre.
Makma. 2018. 292 páginas.

Cuando tengo entre manos el libro de Juanjo Mestre viajo en el tiempo. Depende de por cuál de sus páginas lo he abierto el viaje me puede llevar unos años atrás, o unas décadas, porque en él se revisan centenares de discos desde 1955 hasta nuestros días. Algunos de esos discos se publicaron antes de que yo naciera, de otros todavía recuerdo su llegada a las tiendas, de muchos otros esta es la primera noticia que tengo. A su autor le parecen destacables, lo cual no significa necesariamente que nos tengan que gustar, pero a él sí y eso es lo que importa: es este un libro con altas dosis de subjetividad, de elección personal, algo que en este mundo estandarizado creo que tiene un valor especial. Claro que aquí están esos discos que no pueden faltar (en la cosecha del 69, por ejemplo "Abbey Road" y "Let it bleed") pero junto a ellos hay otros que están porque Mestre quiere que estén o, en definitiva, que los conozcamos si es que no era el caso, o que los recordemos si es que los habíamos olvidado (por ejemplo, de la misma cosecha, los de Nick Drake, Richie Havens o Delaney and Bonnie). De cada uno de ellos traza los motivos con apenas cincuenta palabras, en las que la concisión no está reñida con una pasión a duras penas contenida. El libro, además, es una preciosidad, con pequeñas reproducciones a todo color de cada una de las portadas, un regalo para la vista, con el que de un modo distinto viajo también en el tiempo, a esos lujosos álbumes de cromos de mi infancia a los que se asemeja, ediciones que hacían que la palabra "ilustración" desplegara todo su sentido. En eso "1.050 Discos cardinales" se parece mucho a mis viejos álbumes de "Vida y Color", porque la música es también vida y es color, y porque "ilustrar" es en una de sus acepciones adornar con láminas un texto, y en otra significa lo mismo que instruir. 

No olvides las canciones que te salvaron la vida

NO OLVIDES LAS CANCIONES QUE TE SALVARON LA VIDA. UNA CRÓNICA GENERACIONAL. Carlos Pérez de Ziriza.
Efe Eme. 2019. 222 páginas.
Es este un libro autobiográfico. Que repasa 30 años de música pop. Que reflexiona sobre los cambios sociales. Una crónica generacional (la de quienes nacieron en la década de los 70). Es, en definitiva, un libro en el que el lector elige cómo implicarse. No importa la edad si estás dispuesto a entrar en las vivencias del autor, a que te cuente, por ejemplo, qué canción abrió su baile nupcial. ¿Quién es Carlos Pérez de Ziriza para que nos interese su andadura vital, siquiera a pequeños trazos, que es como nos la narra? Un periodista musical, observador de su tiempo, enamorado de la vida. Alguien que escribe muy bien. Este libro estaba reclamándole a gritos su escritura, creo yo. Sus dos anteriores obras (sendas biblias del indie y del power pop) eran terreno enciclopédico en el que su prosa brillante y fluida apenas se podía liberar de las cadenas. Con esta Pérez de Ziriza combina erudición y libertad bajo la estructura formal de una obra de treinta piezas que, obsérvese, toman caminos diferentes. Algunas son auténticas reseñas de canciones o noticia de sus intérpretes, en las que la parte autobiográfica se reduce al mínimo (la presencia del autor cuando se explaya en su amor por Kings of Convenience es tan sutil como reveladora); en otras la canción escogida es un atinado pretexto para hablar de sí mismo ("la extraña sensación de emanciparse" es en realidad de lo que quiere hablarnos cuando apunta a "Del montón", de Sr. Chinarro); las hay que sirven a la reflexión a partir de una breve escena (las lágrimas viendo a Patti Smith nos llevan a la "mirada esencialmente femenina", a las mujeres y el rock); y otras, como el "Saturday night" de Whigfiled, nos pasean por sus años de adolescencia y juventud, de interminables noches y discotecas. Que nadie busque una guía incontestable de canciones, aquí hay de todo; caben artistas cuyos discos nunca compraré y canciones de las que me ha bastado una escucha para no volver más a ellas: pero incluso en esos casos Pérez de Ziriza lo hace tan bonito que vale la pena leerlo y saborearlo. Realmente las canciones de las que habla no le han salvado la vida, pero es indudable que esas y otras muchas le han enseñado a conocerse. Y esa enseñanza trasciende generaciones.

Elvis. El regreso

ELVIS. EL REGRESO. Eduardo Izquierdo.
Lenoir Ediciones. 2018. 154 páginas.
Dije en alguna otra ocasión que los libros de Eduardo Izquierdo parecen hechos para leer en los trenes. De nuevo me ha sucedido, también este tiene ese ritmo y esa cadencia que se compadecen bien con la continuidad del paisaje y los hitos de las estaciones. Además es muy breve, en su núcleo de algo menos de cien páginas nos cuenta la historia, una crónica interesantísima de los días en que Elvis resolvió tomar el mando de su carrera, ante la disyuntiva de seguir siendo el Rey o perderse, quizá para siempre, en el olvido. Elvis aparece retratado en sus inicios, un retrato necesario para comprender cómo vendió su alma al Coronel Parker y para acompañarle a través de los meses en que le echó un pulso para recuperarla, y lo ganó. Izquierdo consigue sin esfuerzo que empatices con él, que su lucha sea la tuya, nos presenta un rey humano, ahogado por la maquinaria de hacer dinero a su costa, un muchacho del sur que ama la música por encima de todo. Vemos sus titubeos y su empeño en renacer, su humildad y su grandeza. Alguien a quien ya nadie reconoce por la calle a finales de los 60, alguien que sentado al piano en el estudio pide ayuda para tocar el Claro de Luna. Alguien también que no pudo evitar el esmoquin en el programa de televisión de Sinatra pero es capaz de rechazar la tentación de vestir el traje dorado que le ofrecían para su propio show televisivo. Finalizado el relato, Izquierdo nos introduce a modo de epílogo en la grabación de los discos posteriores que darían crédito ilimitado a ese golpe de timón, y suma como despedida un compendio de opiniones de músicos a los que preguntó sobre el "Comeback Special". Una coda para salir despacio de un libro en el que solo un editor creyó - el autor lo constata amargamente en la página de agradecimientos -, y que certifica un mito que no es posible olvidar. 

El Ángel

EL ÁNGEL. LEYENDAS. Lewis Romero.
Edición del autor. 2011. 80 páginas.

El Ángel es un poema largo, muy largo, torrencial, profético, descarnado y lírico, oscuro en su visión del mundo y cegador en su luz, esperanzado y vengador, derrotado y triunfante, realista y onírico, y de principio a fin lleno de música. Lewis Romero, que además de ingeniero y escritor es músico, construye puentes desde los que el vértigo de la vida se conjuga con esa red de seguridad que son las canciones. Desde ese ángel que en la portada se representa con los trazos espectrales de Antonio Vega y el arranque dylaniano de "All along the watchtower", el texto es esencialmente un homenaje a la obra de José Ignacio Lapido, que subyace a todo el poema y emerge aquí y allá en versos que nos hablan de colillas apagadas, mineros y soldados que rompen filas, fracasos como punto de partida o amores que son dogma de fe. Lapido y Dylan son dos presencias que invisibles sostienen el regreso del ángel: así Dylan también se manifiesta en campanas de libertad, sacrificios bíblicos, cántaros de lluvia, o en la magistral estructura de ese capítulo 6 en cuyos versos resuenan los ecos del paseo de la Desolación ("La Venus del Espejo / ha cambiado la ginebra por ron / ... Es la reina de la pista en la Antesala del Dolor"). Romero se sirve de la música que ha anidado en su alma para crear su propia canción, y lo hace con versos que hablan el lenguaje de lo inmediato ( sublime en su domesticidad "los panes se están cociendo / y los peces en el congelador") y estallan en lirismo callejero ("Es duro pensar que te engañaron / Es duro pensar que pusieron algo en tu bebida, / que las noches son largas en esas aceras, / que no usabas nada y te contagiaste de sida, / que el cirujano no suturó bien tus heridas"). Apocalíptico en su visión, un plano picado sobre esa ciudad que ya no es la misma cuando el Ángel decide volver, en la que los ángeles surgidos del ojo del huracán finalmente forman bandas de músicos callejeros, ángeles tan humanos y tan sobrehumanos como los que en su día soñó Alberti en su poemario sobre ellos. Un libro con mucha música, que se lee rápido y se lee lento y que en su escritura deposita interrogantes, respuestas, y quizá una única certeza: que "nos sentiremos más viejos al brindar de madrugada".

Testimony

TESTIMONY. Robbie Robertson.
Neo Person. 2017. 606 páginas. (traducción al español)

Testimonio es una palabra que sugiere conocimiento directo, autenticidad. En la edición española,  que no traduce el título, quizá para reforzar innecesariamente esa condición de fuente narrativa, la portada está repleta de indicaciones para animar al comprador despistado: desde esa redundante calificación de "Autobiografía" a la mención "Los acontecimientos que cambiaron la historia" y cita de nombres estelares (Dylan, The Beatles, Hendrix, Warhol...). No hacía falta, creo yo, los compradores de este libro somos los que somos, los que pensamos que The Band encontró el Santo Grial. A cualquier otro al que llegue "Testimony", le llega por error, aunque hay que desearle que sea un error gozoso: seiscientas páginas son demasiadas siempre, así que más vale que las disfrutes. A Robertson le puede su sangre india y ese gusto por la tradición oral que llevaría a que le escucháramos (o en este caso leyéramos) durante varias lunas: este volumen a pesar de su extensión solo recoge los años que conforman el mito de The Band, esos famosos dieciséis años que dieron gloria y luz a la música americana. Él lo narra con detalle, excesivo a veces (que no, Robbie, que no era preciso saber a qué hora rompió aguas tu mujer), pero hay tanta historia y tanta intensidad en esa experiencia de cuatro chicos canadienses y uno de Arkansas que la lectura es bienvenida. Con un estilo literario desnudo y directo, pura narrativa, describe el fogonazo del primer viaje a los estados del Sur, la amistad fraternal con Levon Helm y su progresivo deterioro, el descubrimiento de su ascendencia en parte judía y su curiosa familia de gangsters, la vida en Woodstock y los días de música y grabaciones en el sótano de Big Pink, la pérdida de rumbo de la banda y la batalla perdida contra los estragos de las drogas. Todo nos es permitido verlo desde dentro, tal como sucedió. Eso ya es bastante, a lo que hay que sumar anécdotas en las que aparecen un sinfín de personajes cuyos discos también tenemos en casa. Un testimonio, sin duda, que complementa al que en su día escribió Levon Helm, y que hay que colocar en el mismo estante que dos excelentes libros ya comentados en este blog, el de Mikel Muñoz (http://librosenelcamino.blogspot.com/2017/04/the-band.html) y el de Miguel López (http://librosenelcamino.blogspot.com/2016/08/imposible-vivir-asi.html)