El Ángel

EL ÁNGEL. LEYENDAS. Lewis Romero.
Edición del autor. 2011. 80 páginas.

El Ángel es un poema largo, muy largo, torrencial, profético, descarnado y lírico, oscuro en su visión del mundo y cegador en su luz, esperanzado y vengador, derrotado y triunfante, realista y onírico, y de principio a fin lleno de música. Lewis Romero, que además de ingeniero y escritor es músico, construye puentes desde los que el vértigo de la vida se conjuga con esa red de seguridad que son las canciones. Desde ese ángel que en la portada se representa con los trazos espectrales de Antonio Vega y el arranque dylaniano de "All along the watchtower", el texto es esencialmente un homenaje a la obra de José Ignacio Lapido, que subyace a todo el poema y emerge aquí y allá en versos que nos hablan de colillas apagadas, mineros y soldados que rompen filas, fracasos como punto de partida o amores que son dogma de fe. Lapido y Dylan son dos presencias que invisibles sostienen el regreso del ángel: así Dylan también se manifiesta en campanas de libertad, sacrificios bíblicos, cántaros de lluvia, o en la magistral estructura de ese capítulo 6 en cuyos versos resuenan los ecos del paseo de la Desolación ("La Venus del Espejo / ha cambiado la ginebra por ron / ... Es la reina de la pista en la Antesala del Dolor"). Romero se sirve de la música que ha anidado en su alma para crear su propia canción, y lo hace con versos que hablan el lenguaje de lo inmediato ( sublime en su domesticidad "los panes se están cociendo / y los peces en el congelador") y estallan en lirismo callejero ("Es duro pensar que te engañaron / Es duro pensar que pusieron algo en tu bebida, / que las noches son largas en esas aceras, / que no usabas nada y te contagiaste de sida, / que el cirujano no suturó bien tus heridas"). Apocalíptico en su visión, un plano picado sobre esa ciudad que ya no es la misma cuando el Ángel decide volver, en la que los ángeles surgidos del ojo del huracán finalmente forman bandas de músicos callejeros, ángeles tan humanos y tan sobrehumanos como los que en su día soñó Alberti en su poemario sobre ellos. Un libro con mucha música, que se lee rápido y se lee lento y que en su escritura deposita interrogantes, respuestas, y quizá una única certeza: que "nos sentiremos más viejos al brindar de madrugada".

1 comentario:

  1. Muchas gracias, Juanjo. Por tus palabras y por tu acertada interpretación del poema. A pesar de su aspecto profético y apocalíptico quiero pensar que deja una puerta a la esperanza que nunca debemos cerrar aunque seamos conocedores de los oscuros recovecos del alma humana.

    Como bien dices, el poema es un tributo al músico de rock José Ignacio Lapido y hay mucha música entre sus versos: Dylan, Cohen y otros músicos y también escritores como Cioran o Sartre desfilan por ese paseo desolado que el Ángel contempla. Además de música el poema también destila rabia y cierta desesperación.

    Muy agradecido por tu espléndido texto.

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