Jekyll & Jill. 2020. 268 págs.
A veces leer es un modo de encontrar la felicidad. Sospecho que Rafa Cervera ha sido feliz escribiendo este libro que se abre paso entre la melancolía. "Porque ya no queda tiempo" es una novela sobre sí mismo, dice. No es una biografía, no unas memorias. Por tanto no nos importa quién es o quién fue Cervera, aunque es cierto que lo sabemos, que los domingos desayunamos con su columna. No, Cervera no existe, es un personaje de una novela, y como tal tiene el mismo valor que Jay Gatsby o Dean Moriarty, por poner algún ejemplo, ese tipo de personajes que nos interesan porque están llenos de vida. Porque su creador ha sido capaz de hacerlos salir del papel en el que los ha alumbrado. En ese juego en el que desde su escritorio pasa al otro lado de la narración y se ve a sí mismo Rafa Cervera puede hacer todas las trampas que quiera, imaginarse o reinventarse, sin más fidelidad que la que debe al hombre que quiso ser, al que ha llegado a ser. Se veía como Holden Caulfield y el espejo le devolvía la imagen de Ignatius J. Reilly. El guardián entre el centeno, la conjura de los necios, hay mucha América en estas páginas cuyo epicentro es El Saler, la soledad arenosa y salitre del litoral valenciano. Valencia - Nueva York. Dos formas vivas de existencia en las que los protagonistas parecen caminar en la luz de su propio crepúsculo. El padre, la madre, el tío Rafa, los amigos de siempre, pareciera que Valencia no puede existir sin ellos, que de algún modo la ciudad no se derrumbará porque sus historias personales se han refugiado en este libro y desde él pueden volver a las calles. Nueva York - Valencia. Lou Reed, que da sentido a todo, sobre quien gira la novela, al que siempre vuelve. "Tú eres el motivo por el cual hago lo que hago", le dice. Lou le abraza. Ese abrazo no alimenta una crónica sino una emoción. El paseo de Cervera por el río Hudson con su padre no es parte de un diario de viaje. El mercante varado en El Saler no es una noticia de sucesos. Lou Reed, Bowie, Iggy Pop no son cromos de un veterano periodista. Tienen vida. Como las cintas de casete en las que graba las entrevistas. Como las libretas en que anota ideas. Como los mensajes del contestador. Como los hoteles. Incluso Andy Warhol es una persona, no un arquetipo de sí mismo, que es como siempre le he visto. Cervera va y viene en el tiempo, como si viviera en el pasado, como si hubiera vivido en el futuro. Al fin y al cabo, dice, ha escrito este libro mientras estaba vivo para que lo leyéramos ahora que ha muerto. Rafa Cervera, el personaje de "Porque ya no queda tiempo", murió cuando el libro entró en imprenta, divago. Rafa Cervera, el autor, sigue con su propósito de la última página: dejarse herir por lo que es hermoso.
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