Milenio, 2010. 207 págs.
Mikel Muñoz ama la música de The Band por encima de todas las músicas. Con esa premisa lo fácil es pensar que nos vamos a encontrar con un libro hagiográfico en el que lo malo no exista y lo bueno sea excelso. Nada más lejos, a veces sorprende por su dureza a la hora de aproximarse a las que considera obras menores, ya sean canciones, discos enteros o incluso épocas -a los años de la reunificación los califica lisa y llanamente de fiasco-. No se pone la venda en los ojos ni oculta esa decepción que solo puede nacer genuinamente en quien ha llevado dentro de él un entusiasmo aún más grande, y ése sin duda es su caso. El donostiarra describe con minuciosidad la trayectoria de la banda a través de cuatro grandes capítulos que nos acercan a sus años como grupo de acompañamiento de Ronnie Hawkins y más tarde Bob Dylan, sus primeros pasos tras aquel momento crucial de la historia de la música norteamericana que tuvo lugar en el sótano de Big Pink, el éxito y encerrada en él la misma génesis del declive, y el fogonazo final de ese vals último tras el que vino la oscuridad de unos tortuosos años en los que los fantasmas se hicieron presentes y la enfermedad y la muerte aparecieron mientras sus carreras se desvanecían penosamente. Es un libro lleno de pasión y de subjetividad, y sin embargo escrito con un lenguaje austero, directo, lo que pareciendo contradictorio lo hace precisamente más interesante. Muñoz no olvida en ningún momento que está hablando de música pero también de personas, de cinco hombres con dudas y miedos, con debilidades, unidos por un sentimiento y más tarde enfrentados por pequeñas o grandes miserias, cinco genios que no necesitaron otro nombre: The Band. Este libro es un magnífico retrato de ellos.
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