COMO UNA MOTO. LA VIDA GALOPANTE DE JOHN BELUSHI. Bob Woodward. Libros del Kultrum. 2022. 573 págs.
Bob Woodward ha pasado a la Historia del periodismo por la investigación que destapó el caso Watergate y forzó la dimisión de Nixon en 1974. Y con marcado sesgo detectivesco abordó en 1982 el encargo de indagar en la vida del actor y músico John Belushi y en cómo su estilo de vida le condujo inevitablemente a su temprana muerte. Woodward se entrevistó con más de dos centenares de personas, y todos parecen tener una memoria excepcional o llevar diarios de sus vidas, porque en el libro se recogen con todo detalle sus recuerdos de cada ocasión en la que se encontraron con el protagonista. Se levanta acta notarial de cada tiro de coca que entró por las fosas nasales de Belushi, se cifra en minutos exactos cada uno de sus numerosos retrasos con respecto a la hora fijada de un rodaje, una reunión o una cena, se contabilizan por su importe los numerosos sablazos de un adicto siempre necesitado de dinero en efectivo. A su viuda no le gustó el libro, que ella misma había animado a escribir. Es comprensible porque Woodward, a fuerza de acumular episodios cotidianos muchas veces indistinguibles unos de otros, y describirlos con ese obsesivo gusto norteamericano por los pormenores, hace de la vida de John Belushi una continua preocupación por proveerse de cocaína y eludir a los vigilantes contratados por iniciativa de su mujer y de los responsables de su carrera artística, mintiendo, engañando, implorando el perdón. "Como una moto" es la crónica de un fracaso artístico y personal, de una muerte anunciada, y como tal es un libro desolador que hace imposible disculpar a un Belushi egocéntrico, maniático, caprichoso, desleal e incapaz de mantener un mínimo de autocontrol. No existe empatía en el frío relato del periodista político que es Woodward. Sin embargo, casi seiscientas páginas dan para mucho, y en ellas también aparece ese Belushi, hijo de inmigrantes albaneses, al que es posible amar y perdonar y compadecer, capaz de abrazarse a sus amigos, de hacer reír a los espectadores, de sufrir en soledad y sincerarse en el arrepentimiento; un ser entrañable también, a quien Judy, su esposa, y Dan Aykroyd, su fiel camarada, coprotagonistas de esta sórdida epopeya, no pudieron evitar el final que su historia tenía escrito de antemano.
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