Un aplauso para el astronauta

UN APLAUSO PARA EL ASTRONAUTA. CONVERSACIONES SOBRE SURF, ARTE Y ROCK'N'ROLL. David Moreu. Sílex. 2020. 772 páginas.

No tengo, nunca lo he tenido, el menor interés por el surf, de modo que solo la curiosidad por saber con qué hilo había cosido su texto ese maestro tejedor que es David Moreu me empujó a leerlo. Además hablaba de arte y rock, dos parcelas que me resultan muy queridas. Casi ochocientas páginas después, leído a ratos, espacioso, el libro en cuya portada hay olas dibujadas por Van Hamersveld ha sido un agradable compañero que rememora un tiempo que milagrosamente existió cuando yo era un niño y del que, dentro de no mucho, quedarán rastros dispersos a semejanza de la muñeca de "El planeta de los simios". Quizá precisamente por eso, porque en un futuro cercano nada de lo que sucedió y se narra interesará ya a nadie, este libro interesa, porque recoge la eclosión de un movimiento contracultural vital y colorista, caótico y libre de prejuicios. Ochenta conversaciones ordenadas cronológicamente sirven para testimoniar, además de los hechos, el poso que dejaron y la percepción que se tiene de ellos desde el mirador del nuevo siglo. La que Moreu tuvo con el artista Gary Wong en Los Angeles en 2016 es un símbolo: Wong, al descubrir de joven que era daltónico, lo aprovechó para hacer que su obra fuera diferente. Lo que se consideraba defectuoso se convertía en experimental. Lo alternativo era un modo reivindicable de enfrentar la realidad. Hay en el libro inmersiones en la psicodelia y en el blues, no solo rock, que nos hacen verlos desde dentro, desde la perspectiva de sus creadores. La oposición de dos mundos, el viejo y el que nace, se representan en las olas que cabalgan los surfistas, pero también en anécdotas como la valla que en Disneylandia separaba a los de fuera, melenudos puestos de ácido, y los soldados que paseaban al otro lado en un día de fiesta. Vietnam, las drogas, la segregación racial de hecho y de derecho, la costa Oeste como expresión de El Dorado son parte del telón de fondo de aquellos años. Moreu ha depurado horas y horas de conversaciones para regalarnos una escena caleidoscópica en la que se suceden leyendas como Robert Crumb, auténticos outsiders como Monte Hellman, o visiones oblicuas de Elvis o Professor Longhair a través de terceros con los que habla de ellos. Un largo recorrido con muchas etapas, en el que las olas dejan calada hasta el alma.

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